martes, 3 de enero de 2012

¿Donde esta el Relato Liberal?

Reunidos a través de Chile, los liberales debemos hacer eco de la realidad política y social que vive nuestro país. Frente a esto los liberales tenemos que hablar en una sola voz. Por eso una parte del relato Liberal es la convicción de la necesidad de una unión liberal.
Estamos en una época en que el ritmo de cambio ha acelerado. Hemos entrado a un tiempo donde se han masificado los medios de comunicación colectiva, y vivimos una extensa la explosión demográfica, donde el giro radical de las expectativas de bienestar y de servicios públicos ha desarrollado a nivel mundial un ordenamiento industrial que es al mismo tiempo, en un mundo en el que se dan enormes desigualdades entre países opulentos y países azotados por el hambre y la pobreza, en el que campan por doquier la supresión de la libertad, la discriminación y los nacionalismos agresivos.
El desafío fundamental de nuestra época es dominar estas nuevas fuerzas y ponerlas al servicio de la humanidad. Los medios para conseguirlo no son materiales, sino que se hallan en una progresiva evolución hacia sociedades libres, formadas por ciudadanos ilustrados y responsables, que acierten a protegerse, mediante un esfuerzo común. En el mundo moderno, se hace más necesaria que nunca la cooperación y la solidaridad entre los hombres libres.
Pero estas sociedades libres sólo pueden surgir y mantenerse en pie sobre la base de una inalterable confianza en los principios liberales.
La idea fundamental de libertad en la tradición del liberalismo es la que hace eco a los nuevos liberales. Esta es aquella que concibe la autonomía de cada individuo para perseguir el proyecto de vida que estime conveniente como el principal objetivo de la organización política. Esta autonomía requiere, de manera esencial, de un espacio de acción o ámbito de la vida donde no exista interferencia por parte del poder organizado. El reconocimiento y la ampliación de dicho espacio de libertades individuales, dentro de un marco de convivencia diversa y pacífica, ha sido y sigue siendo la principal preocupación del pensamiento liberal.
La tendencia a una insana centralización ha impulsado por doquier la degradación de las instituciones parlamentarias, la excesiva dependencia del individuo respecto del Estado, el surgimiento de nuevas formas de absolutismo y de centros de poder irresponsables, en virtud del crecimiento incontrolado de las burocracias, la formación de monopolios públicos y privados y las agrupaciones, de carácter restrictivo, de trabajadores, empresarios o de ambos colectivos entre sí.
Por lo anterior, como liberales, debemos buscar la distribución más amplia posible del poder en el campo económico, social y político, en particular mediante la lucha decidida contra los monopolios, siempre manteniendo la pluralidad más amplia posible de las formas de expresión y de las iniciativas en todo lo relativo a la educación, la cultura y los medios de comunicación.

No podemos dejar el Estado un sitio olvidado. Las desigualdades existentes nos obligan a pedir, la vuelta del Estado, que no por mantener su condición mínima va a caer en un letargo de actividades. Creemos en la necesidad de que los gobiernos planifiquen sus propias actividades económicas, pero a condición de que no utilicen esta facultad para restringir la autonomía del sector privado de la economía ni para perturbar el mecanismo de los precios, que exige a su vez el mantenimiento de la libre competencia. Dado que de esta forma se puede asegurar el desarrollo económico nacional y local.

Reconocemos que la libertad no puede ser ejercida como valor supremo cuando se carecen de condiciones mínimas de vida, ya que en dicho contexto las necesidades de subsistencia reducen de manera aguda la autonomía de los individuos. La libertad como elección pierde su sentido cuando la pobreza y la marginación eliminan las opciones. Por esto estamos comprometidos con un proyecto liberal que reconoce como prioritaria la tarea de igualar niveles básicos para el ejercicio digno de la libertad.

Más aun, es rol fundamental de la política el construir instituciones justas que nos lleven a lograr la igualdad de oportunidades y derechos para personas de diferente origen socioeconómico, cultural y étnico, o que tengan diferentes creencias o tendencias sexuales. Para ello, el rol redistributivo y equiparador del Estado es una herramienta esencial.

El liberalismo a la chilena, debe aspirar a un modelo de liberalismo republicano que incentive (no obligue) a las personas a participar de la construcción de lo colectivo, tanto en el proceso democrático como en sus expresiones ciudadanas. Para ello, se requiere construir un espacio público amplio y robusto, basado en la idea de la igualdad democrática de sus ciudadanos y en una valoración permanente del activo de la diversidad.
A la vez, consideramos que más importante aún que lograr una mecanización entre lo Estado y lo privado es crear y revivir la sociedad civil. Esa sociedad que tiene una especial responsabilidad en la tarea de proteger los recursos naturales, las ciudades frente al desarrollo indiscriminado, ya sea dictado por intereses públicos o privados.

En esta dirección, opinamos que una parte considerable del aumento de la riqueza debería destinarse a la promoción de la igualdad de oportunidades tanto para los individuos como para las naciones de todo el mundo. Es de esta manera que se promueve realmente la libertad, abriendo puertas para que las personas, los estados puedan decidir por sí mismo, para ellos mismos. Estamos conscientes que para los individuos, esto significa seguridad frente a los riesgos de enfermedad, desempleo, invalidez y ancianidad, así como la provisión de una vivienda digna.

Sin embargo, creemos que el principal motor y herramienta que permite al ser humano, como individuo en una sociedad, avanzar hacia su propio desarrollo, es la educación, tanto física e intelectual, humanista y técnica de todos los ciudadanos, sea cual fuere su origen y su capacidad financiera. Por ello, nos pronunciamos a favor del pluralismo y de la libre elección de los sistemas de enseñanza, siempre bajo el supuesto de que garanticen los adecuados niveles educativos y la capacidad de formar ciudadanos libres y responsables.

La naturaleza liberal, llama a acoger la sociedad desde el individuo, que de manera voluntaria forjo comunidad. Esta acción conllevo una responsabilidad con el otro que se refleja en la necesidad de combatir el sentimiento de insatisfacción y de alienación de los trabajadores y ciudadanos, mediante el recurso de reconocerles el derecho, a participar y utilizar las herramientas necesarias que traigan de manera responsable la simetría justa de poder entre los diferentes grupos de la sociedad.

Existe una conciencia Liberal, que nos exige como imperativo inexcusable la satisfacción de las crecientes necesidades humanas cuya existencia limitan el espíritu proactivo del ser humano. Exige ideas liberales e iniciativas liberales. Y exige, en fin, la presencia de individuos y grupos liberales que pueden influir eficazmente en la política una mancomunión de voluntades. Exige un solo valle, donde soplen todos los vientos liberales